jueves, 22 de mayo de 2014

sana

Mateo 8:5-10 cuenta el milagro de sanidad que recibió el siervo del centurión. Éste demostró tanta fe que Jesús dijo”De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”. Por lo que el criado fue sanado en el momento. En las cruzadas vemos gente que llega con ropa de otros para que oremos por ellos. Al principio sentía extraño imponer manos sobre “algo” y no sobre “alguien” pero luego, al escuchar los testimonios,  me di cuenta que la distancia no tiene relación con lo que Dios quiere obrar en Sus hijos. Interceder por alguien también es  bueno a los ojos del Señor que corresponde a esa clase de oración. Sé libre para pedir por quien necesita, como lo hizo el centurión.

También es importante reconocer autoridad y honrar como el centurión lo hizo al asegurar a Jesús que solamente era necesario que Él dijera la Palabra.  Dios quiere usarnos para obrar en otros y nos da poder para hacerlo. Solamente debemos creer y usarlo.
 
Mateo 8:14-15  relata que la suegra de Pedro tenía fiebre y Jesús la sanó. Entonces, ella de inmediato se puso a servirles. Esa es una actitud que debemos imitar porque luego de cualquier milagro debe haber servicio. Dile al Señor que estás agradecido por lo que te ha dado y estás dispuesto a servirle. Él quiere que lo hagas.

Atrévete a  proclamar sanidad para tu cuerpo y para quien lo necesite. La sanidad es una orden que se da con autoridad. Eres un ungido y debes estar convencido que el Señor  desea usarte para sanar a otros. Practica la Palabra de fe y cree que será hecho conforme a tu mandato porque todo es posible para el que cree.

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