lunes, 29 de septiembre de 2014

Mujer, tú que en las noches, en tu soledad derramas lágrimas de dolor, frustración, de tristeza, de angustia y de incertidumbre, no le pidas al Señor que te quite esas emociones, pues te está ocurriendo lo que Dios quiere que sientas, carga en tu corazón por lo que ocurre a tu alrededor, en tu propio hogar, iglesia, comunidad y pueblo. Continúa angustiándote porque no hay suficientes obreros que recojan la cosecha; por niños y jóvenes perdiéndose en cosas vanas e inútiles; por las mujeres maltratadas; por la iglesia perseguida; por un evangelio cómodo y fácil que se predica. Sigue adelante con tu oración, no cese tu clamor. Tu oración es escuchada. De la angustia nacerá el gozo en tu corazón.

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